Las personas monógamas anhelan un cónyuge monógamo pues «madre hay una sola» y Dios es monoteísta.
Nada es más importante que mamá.
Este personaje de nuestra historia tiene motivos suficientes como para ser la
reina de nuestras vidas, aunque eso no significa que debamos llevarnos bien con
ella.
Como todos los vínculos fuertes,
estos pueden estar alentados (estimulados) por sentimientos de atracción (amor)
y de rechazo (odio). En ambas circunstancias, la imagen del otro ocupa un lugar
valioso en nuestra psiquis.
Repito: un vínculo puede ser muy
fuerte cuando se basa en sentimientos de atracción como cuando se basa en
sentimientos de repudio, pues en ambos casos el personaje (amado u odiado)
ocupa el lugar más importante de nuestra mente, así como el máximo prócer de
cada nación tiene un monumento en el sitio más visible, más visitado, más
bello.
Por lo tanto, todos estamos
afectivamente vinculados, de una u otra manera, con Jesús de Nazaret, Adolfo
Hitler, Mahatma Gandhi, Osama Bin Laden, y cualquier otro que usted encuentre
en su memoria.
También es posible afirmar que
toda mención, para hablar a favor o para hablar en contra, evoca al personaje,
lo trae al presente, lo exhibe. Por ejemplo, si realmente la humanidad quisiera
olvidarse de Augusto Pinochet o de Ernesto Guevara, simplemente caerían en el
olvido.
La desaparición real solo ocurre
con la indiferencia... tanto de las personas muertas como de las vivas.
Vuelvo al tema inicial: mamá es
el personaje universalmente más importante en nuestras vidas.
Como «madre
hay una sola», todos quienes anhelan ocupar ese lugar en la
mente de los demás, también intentan ser únicos, exclusivos.
Las personas polígamas quieren
tener varios cónyuges pero ser únicas (como mamá) para cada cónyuge; la
medicina quiere monopolizar la atención de la salud y hasta Dios exige el
monoteísmo.
(Este es el Artículo Nº 1.784)
●●●