Cuando la madre desea ser fecundada por su hijo, la esposa de este sentirá un inexplicable rechazo por la suegra-competidora.
Les contaré algo que no se
puede comprobar...como tantas cosas, desde la existencia de Dios a otras menos
trascendentes.
El valor que tendrá el
comentario es muy íntimo porque cada lector, en soledad, evaluará si estos
hechos pueden o no ser posibles, en sí mismo o en otras personas.
He mencionado varias veces que
es la mujer la que, cuando está ovulando, es decir, cursando un momento de
fertilidad, busca un varón que la fecunde, el que será elegido según el
instinto del que ellas están dotadas. Las mujeres seleccionan claramente qué
varones pueden fecundarla y cuáles no.
A veces ocurre que ese varón
seleccionado es inaccesible porque es el padre o el hijo, quienes quedan
excluidos por la prohibición del incesto que rige en nuestras culturas.
Esta imposibilidad le causa
una molestia, una contrariedad, una frustración, pero la prohibición del
incesto es tan terrible que ella ni llega a enterarse de que deseó a un
familiar como padre del hijo que desea gestar.
Cuando esto ocurre, el deseo
de ser fecundada por el padre o el hijo o el hermano, perdura en el mismo
estado inconsciente. Ella no tomará conciencia de lo que desea pero el deseo
sigue ahí.
Si el hijo se casa, la nuera
seguramente sentirá rechazo por su suegra, pues, según propongo en este
artículo, estos deseos frustrados son inconscientes pero no totalmente desconocidos
para otros inconscientes.
Es muy probable que el
inconsciente de la nuera perciba que su suegra desea a su hijo (esposo de la
nuera).
La «inexplicable»
antipatía recíproca que sentirán estas mujeres no tendrá
explicación, pero este artículo expone una causa posible.
Estas cosas ocurren muy a
menudo, pero son demasiado inconfesables.
(Este es el Artículo Nº 1.801)
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