Quizá el orgullo sea una gran usina de fracasos en tanto dedicamos nuestra valiosa energía a cultivarlo y a defenderlo.
Yo no creo en una cantidad de cosas pero creo
en otras tan indemostrables como las anteriores.
Desde mi punto de vista el marxismo es una
ideología que promueve las actitudes narcisistas, pedantes y vanidosas de los
ser humano.
Por esto mismo creo que los adherentes a esa
ideología, nos califican de seres inferiores a quienes no comulgamos con los partidos
políticos que lo toman como núcleo ideológico y filosófico.
Todos los
marxistas son, por definición, de izquierda y si los observamos sin mucho
detenimiento, notaremos que ellos se creen los mejores, los más honestos, los
más solidarios.
Claro que
cuando ascienden a los máximos cargos gubernamentales, no hace falta que pase
mucho tiempo sin que nos demos cuenta que son tan inteligentes como los
derechistas, tan deshonestos como cualquier ser humano una vez que conoce cómo
ser corrupto sin morir en el intento, y la solidaridad termina cuando los ricos
a quienes depredan, se quedan sin la capacidad contributiva de la que dependen
estos filántropos con recursos ajenos.
El orgullo de ser de nuestra especie es tan
tonto como el orgullo de ser varón o mujer, o el orgullo de ser de izquierda o
de derecha. Lo que no corresponde es el mismo orgullo.
Trato de averiguar por qué nuestras riquezas
se reparten de forma tan despareja y hoy le tocó el turno al «orgullo de ser» que algunos
humanos tienen, creyéndose superiores a otras especies, otras culturas, otras
ideologías.
Es probable que las personas que se detienen
demasiado tiempo en defender su orgullo, gastan toda la energía en algo tan
superfluo como son el lujo, la conciencia de clase, la intolerancia, el adorar
a, o sentirse un, Dios.
(Este es el Artículo Nº 1.772)
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