Como la verdad no existe y solo es una ilusión tenemos un mercado razonablemente lucrativo para comercializar los servicios adivinatorios.
Para las personas ansiosas,
que temen el futuro porque les cuesta esperar a que llegue (por eso son
ansiosas), utilizan un recurso tan antiguo como la humanidad misma: la
adivinación (predicción, pronóstico, vaticinio, presentimiento, previsión,
auspicio, oráculo).
Como dicen algunos
economistas: «la demanda genera una oferta», es decir, si en el mercado existen
compradores de algo (muebles, alimentos, casas, ...), no pasará mucho tiempo
sin que aparezcan proveedores interesados en fabricar muebles, o en preparar
alimentos, o en construir casas, ...
Del mismo modo, si existen personas interesadas en conocer el futuro
(demanda), no pasará mucho tiempo sin que aparezcan adivinos, nigromantes,
hechiceros, brujos, videntes, magos, encantadores, augures, agoreros.
Dije «aparezcan» para remarcar que estos profesionales ya existían y se
mostraron cuando observaron que alguien los buscaba.
La economía es una ciencia tan poco firme que sigue sin ponerse de
acuerdo sobre cómo funciona este fenómeno: Son los ansiosos (demanda) quienes
provocan la oferta de servicios adivinatorios o acaso son los videntes (oferta)
quienes, apasionados en conseguir interesados en su talento (la adivinación)
generan ansiedad en la gente para que demande información de lo que aún no
ocurrió.
Como la verdad no existe y solo es una ilusión digamos que «hay un poco
de todo». Como dice el refrán: «Dios los cría y ellos se juntan», los ansiosos
buscan a los adivinos y los adivinos buscan a los ansiosos, y ahí tenemos
armado y funcionando el intenso mercado de la futurología, de las predicciones,
de los oráculos, liderado por el insuperado Nostradamus.
Esta es la clave: «como la verdad no existe y solo es una
ilusión», tenemos un mercado real, dinámico, serio y razonablemente lucrativo
para comercializar los servicios adivinatorios.
(Este es el Artículo Nº 1.816)
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