martes, 14 de septiembre de 2010

Algunas ventajas de no pegarle a la madre

Cuando en una cultura se asume inconcientemente que el dinero es lo único que delata los aspectos más vergonzosos de una persona, se apela a evitarlo pensando que de esa forma se ocultarán eficazmente esas características inconfesables.

Un diálogo humorístico muy difundido es aquel en el que uno dice: — Fulano es un buen hombre. Y el interlocutor le responde con ironía: — Si, porque no le pega a la madre.

Muchas personas piensan que son solidarias porque son capaces de hacer favores sin la mediación del dinero pero resulta que esperan o exigen remuneraciones en especies absolutamente abusivas. En alguno de mis artículos ponía el ejemplo de alguien que generosamente se prestó para ayudar «gratuitamente» en la mudanza de unos muebles y luego, como quien no quiere la cosa, le salió pidiendo si no le donaría un riñón porque los propios padecían de una insuficiencia irreversible.

Si alguien cree que el dinero es lo único que envilece una actitud, puede convertirse en el rey de los crápulas pero pasar desapercibido porque en sus transacciones sociales se cuida muy bien de excluir la presencia del dinero.

Este comportamiento puede tener como efecto secundario el que se padezcan verdaderas penurias económicas porque el sujeto que se maneja con estos códigos inconcientes padece una especie de fobia al dinero ya que este lo deja (según él) en evidencia con todas sus vergonzantes mezquindades que, aunque sean universales y nadie esté excluido de ellas, él piensa que es diferente, que es el santo, el generoso, el solidario, el desinteresado, el que está más allá del bien y del mal, el incorruptible, el puro espíritu: Dios.

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