lunes, 7 de octubre de 2013

Tantos dioses como huellas digitales



 
Propongo que los creyentes revisen lo que presuponen de los demás creyentes en cuanto a si son tan previsibles como imagina.

Difícilmente dos creyentes en Dios crean en lo mismo.

Lo habitual es que los creyentes se dediquen a chequear sus respectivas opiniones, sobre cómo definen a su dios, cuáles son sus características, que cosas Él jamás haría, qué opina Él de nosotros, cuáles son los términos en los cuales se puede dialogar con Él.

En resumen, los creyentes en Dios creen que todos los creyentes son iguales y que esa creencia los empareja, los hace uniformes, casi idénticos.  

Forma parte de ese pensamiento creyente que los demás (creyentes) son previsibles; sienten que forman parte de una hermandad porque, al compartir esa idea, suponen que se conocen, que respetarán los mismo códigos, que comparten los mismos valores, ética, moral.

Este acuerdo subsiste precisamente porque, queriéndolo o no, procuran no poner a prueba cuánto se parecen en realidad, suponen con sagacidad que esa comprobación podría arrojar resultados desilusionantes porque, cada uno cree en Dios a su manera.

De esta hipótesis se concluye que existen tantos dioses como huellas digitales. Si bien se supone que se trata de un monoteísmo, es el politeísmo más radical.

Aunque no creo en la existencia de Dios, estoy convencido de que existen muchas personas que sí creen y actúan en base a esa creencia.

Como el fenómeno religioso tiene la extraña particularidad de que es racionalmente insostenible, pero que está presente en muchos cerebros inteligentes, cultos y responsables, creo oportuno compartir este comentario porque está en armonía con el tema del blog: la pobreza patológica y cómo evitarla.

En suma: no constituiría una pérdida de tiempo que los creyentes revisaran lo que presuponen de los demás creyentes en cuanto a si son tan previsibles como imagina.

(Este es el Artículo Nº 1.996)