miércoles, 15 de febrero de 2012

Adivinar lo desconocido temible - (Artículo Nº 127)

Si nuestro futuro es percibido como «lo desconocido temible», la necesidad de adivinarlo se vuelve imprescindible.

La quiniela es un sistema de apuestas mutuas en la que los apostantes pronostican el resultado de los partidos de fútbol, carreras de caballos y otras competiciones:

— Te apuesto 10 a que gana el equipo de fútbol A —, dice uno y el otro contesta:

— Sí, te los apuesto.

Estas personas que parecen estar dialogando en realidad están hablando indirectamente con el que tienen enfrente. Lo que están haciendo es comparar sus respectivas destrezas pronósticas.

Casi todos los que participan en estos juegos están preguntándole a un ser supremo (al que podríamos llamar Dios, Fortuna, Suerte), si son o no capaces de adivinar el futuro.

Las apuestas son como un examen estudiantil o un chequeo médico: los consultantes (apostadores) quieren comprobar si pueden o no contar con su capacidad anticipatoria, si les funciona bien la «inteligencia» capaz de saber qué ocurrirá, y en definitiva, si pueden o no liberarse de la angustia provocada por la incertidumbre.

Como todo juego, la tarea es poco sensata aunque los resultados son considerados con seriedad: el error es rápidamente olvidado pero el acierto pasa a ser lo más importante que ocurrió ese día.

A veces los apostadores (chequeadores de su capacidad para ver el futuro incierto) le agregan complejidad a la comprobación.

No es lo mismo «acertar» una de tres posibilidades (un equipo gana, pierde o empata) que «acertar» una de mil posibilidades, para el caso de «probarse» a «saber» qué número de la lotería nacional será el primero.

Los aciertos más improbables (uno entre mil) aportan una sensación de inteligencia futurista rotunda, tranquilizadora, «profesional»; sin embargo nuestro cerebro no funciona coherentemente. Si bien un acierto entre mil corrobora nuestra capacidad adivinatoria, un desacierto no la pone en duda.

Otras menciones del concepto «capacidad anticipatoria»:

Cómo ayuda la creencia en Dios

A Seguro se lo llevaron preso

Otras menciones del concepto «incertidumbre»:

El auge de las psicopatías en tiempos de crisis

El dinero parece un comodín

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El auge de las psicopatías en tiempos de crisis - (Artículo Nº 126)

La psicopatía es propia de muchos seres humanos «normales» pero se vuelve problemática en períodos de crisis económica.

El cerebro humano quizá sea el único que padece de incertidumbre. Para compensar esta característica perjudicial, quizá sea el único que puede creer en Dios

Son ‘acción y re-acción’ complementarias: primero sufrimos con la incertidumbre y después creamos la existencia de Dios para aliviar la ansiedad resultante.

En el terreno de la salud mental, por un lado observamos que algunas personas hacen cosas insólitas que nos inspiran temor, para tranquilizarnos salimos a buscar explicaciones, la ciencia nos satura con datos, estadísticas, teorías, opiniones, pero si a alguien se le ocurre profundizar apenas un poquito, descubrirá lleno de pavor que la ciencia no está segura de nada.

Lo único que nos queda entonces es aferrarnos a una ilusión, a una fantasía que en definitiva nos ayuda. Las religiones aportan la compañía de otros creyentes igualmente angustiados y entre todos nos consolamos, nos damos ánimo y hasta nos olvidamos de los problemas.

Muchos pueblos están padeciendo una profunda crisis económica desde hace varios años.

En épocas como esta la angustia y la desesperación se convierten en campo propicio para que emerjan con su mayor esplendor nuestros clientes, competidores, jefes y compañeros de trabajo psicópatas.

Por supuesto que la ciencia nos dirá que la psicopatía es un trastorno de personalidad que se manifiesta por una pérdida de escrúpulos y las religiones nos dirán que son «ovejas descarriadas que Dios pone en nuestro camino para probarnos», pero ¿qué hacemos con un acosador, con una brillante manipuladora, frente a un competidor que no reconoce los riesgos, con una compañera de trabajo que sólo respeta sus códigos personales?

Lo que hacemos con ellos es lo mismo que hacemos con cualquier otro fenómeno natural adverso: guarecernos para sobrevivirlo.

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El curso para padres - (Artículo Nº 125)

El «pan debajo del brazo» que traen los niños es el aprendizaje de una escala de valores definitivamente realista.

Alguna vez habrás oído decir que «los hijos vienen con un pan debajo del brazo».

Esta expresión quiere decir que el aumento en los gastos familiares inherentes a la incorporación de un nuevo integrante se solventa porque el propio niño genera condiciones que lo vuelven autosustentable.

Quienes prefieren remarcar la condición espiritual del ser humano, de la planificación familiar y de la vida misma, suelen interpretar lo del «pan debajo del brazo» en un sentido más místico, pensando que Dios se encargará de poner el dinero que falte con tal de que los futuros padres no se sientan cohibidos por las dificultades económicas que se les avecinan cuando la mujer, angustiada ante la conmovedora noticia, piensa: «¡Otra vez embarazada! ¡Cómo vamos a hacer!», y para comunicárselo al futuro padre tiene que elaborar estrategias y cuidados que eviten asustarlo, amargarlo o quizás enojarlo.

La filosofía espiritualista no acompasa los tiempos.

Lo del «pan debajo del brazo» fue un estímulo elemental, básico, simple, para personas escasamente formadas e informadas, a quienes había que alentarlas de alguna manera para que se reprodujeran y asumieran la sobrecarga de trabajo que generan los niños después de que nacen.

El estímulo a la reproducción tenía un objetivo que muchos rechazarían si fuera cierto que los gobernantes querían más jóvenes para mandarlos a la guerra en beneficio de ambiciones de poder demenciales.

Sin embargo, existe un «pan debajo del brazo» que sí podemos reconocer como existente.

Los jóvenes que no tienen jerarquizada su escala de valores porque poseen un conocimiento excesivamente teórico de lo que es vivir, cuando conciben un niño se enteran que nada es más importante que la conservación propia y de la especie. (1)

(1) Blog dedicado a la conservación de la especie: La única misión

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