viernes, 7 de octubre de 2011

Dios es un seguro costoso

Nuestra inteligencia disminuye su rendimiento inventando creencias muy tranquilizadoras pero generadoras de desvalorización, miedos, subordinación.

Todos creemos ser realistas aunque quizá este sea un logro inaccesible para nuestra pequeña inteligencia.

Si necesitamos dinero para solventar los gastos personales y familiares, exprimimos nuestro cerebro tratando de entender cómo funciona el mercado para poder participar en él y llevarnos lo que necesitamos, entregando lo que nos pidan.

En realidad no sabemos si es pequeña o grande al compararla con una inteligencia ideal, imaginaria, soñada, añorada, perfecta, infalible, certera, veloz.

Si esa inteligencia maravillosa no fuera nuestro modelo, nuestro talento estaría relativizado con menos exigencias y podríamos comenzar a considerar que no estamos tan mal, que no será portentosa, espectacular, prodigiosa, pero al menos nos alcanza para aprender nuevas destrezas, recordar algunos datos, investigar por cuenta propia, sacar conclusiones que luego pueden corroborarse en la práctica y que si con un uso humanamente inteligente de nuestra inteligencia en el año 2000 nuestro patrimonio era de 100 y en el año 2010 fue de 120, entonces tan mal no está funcionando.

Es que la propia inteligencia inventa ideas que la sabotean, le quitan rendimiento, la enlentecen.

Cuando nuestra inteligencia nos induce a creer en Dios para sentirse protegida por un padre todopoderoso, simultáneamente nos convierte en hijos eternos, subalternos, temerosos de correr riesgos que no podrían estar cubiertos por ese gran personaje asegurador cuya póliza está colmada de condicionamientos (exigencias, precauciones, amenazas, leyes, críticas).

Quizá lo peor de este sabotaje de nuestra inteligencia está en que si nunca vamos a poder superar a nuestro padre celestial o terrenal, quedamos confinados a un límite autoimpuesto, pues recordemos que fue nuestra inteligencia la que diseñó y creó ese personaje que nos protege pero que también nos desvaloriza porque es ideal (perfecto, infalible, omnipotente, irreal, imposible).

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Un costoso seguro de vida

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