lunes, 7 de noviembre de 2011

«Ganarás el pan con el sudor de tus genitales»

Inconscientemente pensamos que tener sexo para gestar hijos que traigan «un pan debajo del brazo», es una manera de sudar que cumple el castigo bíblico.

Llegó hasta nuestros días el mito bíblico según el cual Dios, enojado con Adán y Eva porque desobedecieron la prohibición de comer una manzana, los condenó a que Adán (y todos los varones) tuviera que ganarse el pan con el sudor de su frente.

Efectivamente sudamos cuando trabajamos, pero también cuando hacemos el amor, cuando jugamos, cuando hacemos ejercicios por el placer de movernos.

Aunque parece un pensamiento mucho más moderno que el castigo bíblico, los humanos decimos que «todo niño viene con un pan debajo del brazo».

El significado religioso de esta afirmación es que la Divina Providencia incluye como una manifestación más de su generosidad, el darle a los padres los recursos necesarios para alimentar a los hijos que tengan el coraje de gestar.

El significado laico de esta afirmación constituye un aliento para que los ciudadanos tengan hijos.

Asociando estas ideas podemos ver cómo los humanos hemos pensado que el castigo divino (sudar para ganarnos el pan), también podía cumplirse sudando en un acto sexual donde gestáramos hijos que vendrían con el pan debajo del brazo.

Anteriormente he comentado que existe una especie de salario que nos paga la naturaleza por gestar (1). Me refería en esa ocasión al placer máximo que nos provee la sexualidad.

En este caso un dicho popular nos permite pensar que la actividad que nos asegura la conservación de la especie (fornicar) también nos asegura la conservación del individuo porque los hijos nos traen riqueza material.

En suma: con la lógica psicoanalítica según la cual nuestro inconsciente nos hace decir más cosas de las que creemos expresar, los humanos asociamos gestar hijos (reproducir) con producir riqueza material.

(1) El orgasmo salarial

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