jueves, 6 de junio de 2013

Violación por no saber negarse



 
La violación menos penalizada se caracteriza porque la víctima debe actuar dolorosamente contrariada porque no supo negarse cuando pudo hacerlo.

Se denomina violación a un acto sexual no consentido por una de las partes.

A veces, como es el caso de los muy pequeños de edad, este consentimiento puede existir pero ser inválido porque aún no tienen madurez emocional o intelectual como para tomar decisiones sobre la propia sexualidad.

En el caso de los cónyuges, comprometidos ante la sociedad o ante Dios a convivir, existe violación cuando uno de los cónyuges se siente obligado a ceder a las solicitudes del otro.

Solemos pensar que la violada siempre es la mujer, pero también ocurre que el violado es el varón cuando ella ejerce presión psicológica sobre él para que «cumpla como hombre».

Estas violaciones matrimoniales no parecen ser muy graves a pesar de ser alcanzadas por el calificativo, pero cuando alguien no sabe decir «no» cuando debería decirlo si respetara su propio deseo (a nivel familiar, laboral, social), seguramente se verá auto-violado y tendrá sentimientos similares a los que padecen quienes son conscientes de ser víctimas de tal vejamen.

Nuestra cultura valora de diferente forma estas infracciones graves.

El ataque sexual a niños es el más indignante. Los humanos somos impiadosos con quienes lo realicen, sin considerar que la mayoría de esos actores padecen una enfermedad mental no diagnosticada.

El ataque sexual a personas adultas es menos indignante porque para muchos siempre está en duda la seducción impuesta por la víctima.

Por ejemplo, está claro que algunas actitudes femeninas son más peligrosas que otras, pues el despliegue seductor activa un instinto tan poderoso como es el reproductivo.

La violación menos penalizada, porque es ignorada hasta por la víctima, ocurre cuando esta actúa dolorosamente contrariada porque no supo negarse cuando pudo hacerlo.

(Este es el Artículo Nº 1.871)

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