El capitalismo funciona como una religión pero sus «pecadores» reciben castigos aquí y ahora.
Echémosle un vistazo a la definición de la
palabra «religión».
Wikipedia
(1) nos dice: «La religión es una parte de la actividad humana
consistente en creencias y prácticas acerca de lo considerado como divino o
sagrado, de tipo existencial, moral y espiritual.»
El Diccionario de la Real Academia Española
(2), elige por primera acepción la que dice: «Conjunto
de creencias o dogmas acerca de la divinidad, de sentimientos de veneración y
temor hacia ella, de normas morales para la conducta individual y social y de
prácticas rituales, principalmente la oración y el sacrificio para darle culto.»
Con estas
dos ideas podríamos proponer un resumen que diga: «Una religión es algo que
hacemos los humanos (conducta) a partir de ciertas creencias».
Esas
creencias también coinciden en que existiría un ente, una fuente de energía,
una deidad, que nos observa y nos influye dramáticamente, según ciertos códigos
que debemos respetar atemorizados por los castigos que padeceríamos en caso de
transgredirlos.
A pesar de
que estas ideas son tan difusas, poco específicas y bastante abstractas, igual
podemos aceptar que una religión puede tomar como deidad a Dios y otra religión
puede tomar como deidad al dinero.
Más
específicamente podríamos elegir arbitrariamente a la «religión católica» para
el primer caso y a la «religión capitalista» para el segundo caso.
Si bien es
posible especular con estas posibles semejanzas entre una y otra «religión», no
nos olvidamos que la religión católica existe como tal mientras que la
«religión capitalista» no existe como religión sino como sistema económico.
La posible
ventaja de hacer esta comparación está en comprender que, por ejemplo, quienes
transgredan el dogma capitalista reciben castigos más inmediatos y tangibles
que aquellos que transgredan el dogma católico.
(Este es el
Artículo Nº 1.604)
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