miércoles, 6 de abril de 2011

Dos formas de encarar un siniestro

Las personas con temperamento científico, ven la catástrofe de Japón como un fenómeno renovador que potenciará su desarrollo (humano, industrial, comercial). Las personas con temperamento idealista, ven la catástrofe de Japón como una desgracia deprimente y llorarán como si les hubiese ocurrido a ellas.

En estos días (marzo de 2011), Japón está padeciendo las consecuencias de un sismo cuya fuerza destructiva supera varias veces a las bombas atómicas que Estados Unidos dejó caer sobre ellos en Hiroshima y Nagasaki (agosto de 1945).

Otros países han sufrido estas pérdidas causadas por fenómenos naturales o bélicos.

También las personas podemos sufrir pérdidas que, a nuestra escala individual, sean tan difíciles de enfrentar como estos desastres lo son para una nación.

En otro artículo (1) les decía: «Todo lo que nos provoque necesidad o deseo, es tan valioso e imprescindible como todo lo que nos permita su satisfacción, pero tiene que estar en ese orden: primeros precisamos necesitar y desear y luego tenemos que encontrar cómo satisfacerlos.»

La diferencia que hay entre una persona con temperamento científico y otra con temperamento idealista, es que la primera disfruta reprimiendo sus preferencias personales y la segunda disfruta satisfaciéndolas.

Es por eso que un científico cristiano, si el método deductivo lo conduce a que no existe Dios, lo aceptará aunque le cueste sangre, sudor y lágrimas, mientras que el idealista, antes que llegar a una conclusión que lo moleste, se detendrá para tomar otro camino más placentero.

Por lo tanto, quienes de ustedes posean un temperamento científico, aceptarán que, tanto este infortunio de Japón como cualquier otra desgracia —colectiva o individual—, genera, provoca, estimula, favorece el fenómeno vida.

Quienes de ustedes posean un temperamento idealista, lamentarán la desgracia, intentarán colaborar en recuperar los daños, hablarán mucho del asunto porque poner en palabras disminuye la angustia.

(1) El paradójico negocio de ayudar

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