lunes, 11 de febrero de 2013

Es-tu-dios e inconsciente

 
Al estudiar hacemos un acto de fe para confiar en que seremos útiles, capaces, serviciales y que la suerte (Dios) nos ayudará.

En psicoanálisis creemos en la existencia de algo que llamamos «inconsciente».

Yo no creo que Dios exista porque nada de lo que puedo observar me aporta algún indicio de su existencia, pero mi psiquis encuentra muchos fenómenos cuya explicación depende de que exista ese tal «inconsciente».

En un esfuerzo por ser justo, creer en el inconsciente es tan irracional como creer en Dios, y sin apartarme de ese impulso justiciero, también puedo decir que ambas «piezas» imaginarias, (el «inconsciente» y Dios),  permiten que nuestras mentes funcionen mejor, disminuyendo el malestar de la incertidumbre, de la falta de explicación, del vértigo que podemos sentir cuando algo que nos ocurre se presenta de forma tan inexplicable que parece un fantasma terrorífico.

Creer en el inconsciente, en Dios, o en cualquier otro existente indemostrable, son prótesis para la mente que mejoran nuestra calidad de vida y esta condición justifica tolerar la irracionalidad.

Jugando con ambos conceptos imaginarios les propongo una hipótesis cuya veracidad es tan probable, o poco probable, como la del inconsciente y la de Dios.

Cuando estudiamos para algún día trabajar y ganar el dinero que nos permita tener una familia, lo que en realidad hacemos es un ritual por el que nuestra mente gana la confianza suficiente como para suponer que nuestra colaboración podrá llegar a ser tan valiosa como para que otros, (clientes o empleadores), nos paguen por ella.

El núcleo de esta hipótesis es lingüístico.

Los «estudios» nos dan esa confianza, entre otros motivos, porque la expresión dice «es tu Dios».

Conclusión: Al estudiar hacemos un acto de fe para confiar en que seremos útiles, capaces, serviciales y que la suerte, (Dios), nos ayudará.

Otra mención del concepto «es tu Dios»:

 
(Este es el Artículo Nº 1.783)



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