Alguien puede imaginarse tan superior a los demás que le
resulte insoportable negociar (ganar dinero) con gente que imagina
despreciable.
Pequeños detalles pueden indicar la presencia
de un obstáculo que, si fuera removido, aumentaría nuestra calidad de vida.
Este blog está dedicado a comentar diariamente
creencias que en algunas personas (sólo en algunas, nunca en todas porque somos
todos distintos) podrían impedir el acceso a una mejor calidad de vida, es
decir: Mis comentarios procuran servir a algunos para reconsiderar creencias
empobrecedoras.
Voy al punto:
Todos conocemos personas que siempre hablan en
primera persona del plural. Por ejemplo:
— Hoy nos dimos una ducha, desayunamos, nos
vestimos, ...
— Nuestro único voto se lo destinaremos a
apoyar la idea de...
— ¡No tenemos ni la menor idea sobre ese tema!
A esta forma de hablar se la puede llamar «plural mayestático» (1), porque
fueron reyes y papas ( de «su majestad» deriva «mayestático») quienes en algún
momento dejaron de expresarse en primera persona («Hoy me di una ducha, ...»)
para empezar a hacerlo en plural en tanto supusieron que eran verdaderos
representantes de Dios en la tierra.
Fue con
esta particular ocurrencia que se originó el uso del plural donde se incluye a
Dios como un compañero de fórmula, como integrante del equipo. Cuando «su
majestad» nos habla, lo hace en nombre de Dios y en el suyo propio, por eso
dice «Nosotros nos dimos una ducha, ...».
A primera
vista una forma de hablar no parece tan importante, sin embargo esta
intrascendencia es solo aparente porque sí puede señalarnos un inconveniente.
Quienes
hablan (o sólo piensan) en «plural mayestático» están imaginándose en una
posición tan elevada respecto a los demás que no podrán evitar sentir cierto
desprecio.
El
obstáculo se presenta cuando esa persona no puede negociar (ganar dinero) con
quienes imagina despreciables.
(Este es el
Artículo Nº 1.517)
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