Dios nos castigó exigiéndonos
(cobrándonos) sudor, es decir, una parte del cuerpo. Quizá el dinero simboliza
«cuerpo humano».
El
mercader de Venecia
es una obra de teatro del dramaturgo, poeta y actor inglés William
Shakespeare (1564 - 1616).
En esta obra destaca un personaje: Shylock. Se
trata de un judío cuya personalidad es una de las más complejas creadas por el
famoso escritor.
De por sí los judíos son amados y perseguidos,
a veces por las mismas personas en diferentes épocas, porque sus amigos se les
convierten en enemigos o viceversa.
Esta condición quizá esté asociada a que
tradicionalmente fueron expertos banqueros, capaces de crear enormes fortunas,
hábiles en el manejo del dinero, tradicionales prestamistas y exitosos
recuperadores de lo prestado.
En El
mercader de Venecia, Shylock le presta dinero a Antonio, bajo la condición de que, si
este no lo devuelve el día pactado, tendrá que entregarle a Shylock «media
libra de carne» (de su propio cuerpo, extraida de alguna zona próxima al
corazón).
La
mala suerte de Antonio hizo que Shylock tuviera que gestionar el cobro de la
extraña indemnización. Ante la resistencia del deudor a que su cuerpo fuera
mutilado, se originó un juicio en el que alguien alegó a favor del deudor
diciendo que, según el contrato, esa media libra de carne no podía contener
sangre porque eso no había sido pactado.
Ante
este argumento, el judío reclamante tuvo que dar por perdido el cobro exigido
(la media libra de carne del cuerpo de Antonio).
Esta
ficción, que ganó tanta fama, me recuerda otra que ganó más fama aún: El
castigo de Dios de que el varón se ganara el pan con el sudor de su frente.
Dios
nos castigó exigiéndonos (cobrándonos) sudor, es decir, una parte del cuerpo.
Quizá
el dinero simboliza «cuerpo humano».
(Este es el
Artículo Nº 1.639)
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