martes, 4 de septiembre de 2012

Medicalización de la sociedad




Antes cada individuo mantenía una relación personal con su Dios, ahora, cada ciudadano es un usuario anónimo, controlado por la policía sanitaria (medicina).

Antiguamente, la iglesia era la intermediaria entre cada ser humano y Dios. La institución eclesiástica administraba ese vínculo personal de tal forma que, producida la muerte terrenal, cada ser humano pudiera tener todo su historial en orden como para que el pasaje al Paraíso fuera sencillo, sin tropiezos.

Algo muy parecido ocurría en los países donde existe la jubilación: alguna institución del estado, similar en función a las iglesias, se encargaba de llevar la cuenta de los aportes del trabajador, para que al final de la carrera laboral, fuera fácil empezar a cobrar los beneficios jubilatorios.

Sin embargo, las iglesias empezaron a perder terreno frente a la medicina.

Efectivamente, este arte científico de curar fue desplazando la tarea de los sacerdotes, porque los médicos empezaron a ocupar los puestos más importantes en la vida de los ciudadanos.

Lo mismo ocurrió en la relación con los gobernantes. Antiguamente el clero actuaba «codo con codo» junto a los gobernantes, persuadiendo a los ciudadanos desde el púlpito y desde el confesionario, sobre cuáles eran las mejores conductas para complacer a Dios, es decir, al gobernante socio del sacerdote. Sin embargo ahora, son los médicos, que ofician como «policía sanitaria», quienes imponen en los gobernados la disciplina, a través de frecuentes controles corporales, dieta alimenticia, consumo abundante de drogas farmacológicas, amputaciones llamativamente frecuentes de órganos que parecen estar de más (tiroides, útero, apéndice, vesícula biliar).

Algo sustantivo en este cambio es que antes cada individuo se sentía único ante su Dios, mientras que ahora el ciudadano es uno más frente a los criterios de salud masivos de la medicina (medicalización social).

Aquella individualidad fue remplazada por la masificación económicamente más eficiente.

(Este es el Artículo Nº 1.657)

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