jueves, 4 de octubre de 2012

El chivo expiatorio



   
El rol de «chivo expiatorio» dentro de un grupo funciona inconscientemente: uno busca ser «inmolado» y otros lo «sacrifican».

Según nuestro D.R.A.E. (1), la expresión «chivo expiatorio» significa: «1. m. Macho cabrío que el sumo sacerdote sacrificaba por los pecados de los israelitas.»

Esta idea es demasiado absurda como para que pueda entenderse sin una explicación:

Seres humanos inteligentes, sabios, prestigiosos, mataban un chivo para que un temible dios saciara su sed de venganza contra los pecados de los humanos.

Repito: los humanos mejor dotados intelectualmente creían, no solamente en la existencia de por lo menos un dios, sino que además suponían que ese dios podría castigarlos si alguien no pagaba por las culpas. En esta lógica estaban seguros de que matando un animal doméstico todos los humanos amenazados por la furia rencorosa de la deidad quedarían eximidos del temible castigo.

Una vez recuperados de la extrañeza, podríamos suponer que esto ocurría con humanos pertenecientes a culturas muy antiguas, primitivas, incultas.

No es tan así: actualmente existen personas que inconscientemente se ofrecen como «chivo expiatorio», se ofrecen para ser inmolados, sacrificados, para que, en plena fantasía inconsciente, sientan placer imaginándose salvadores del grupo que los «ofrenda».

Esta situación se estudia en «psicología de grupos» y, como no podía ser de otra manera, resulta algo muy interesante de conocer.

Lo más difícil de entender en este tipo de fenómenos es, como siempre ocurre, cómo funciona nuestro inconsciente.

Efectivamente, ni el «mártir» ni los «sacerdotes» que lo sacrifican, más concretamente, ni el empleado que siempre parece culpable de todo ni quienes descargan sobre él toda la responsabilidad de lo que sale mal, se dan cuenta que están cumpliendo un rito primitivo de inmolar un chivo para calmar la furia de alguna deidad: el gerente, el cliente que reclama, el inspector que sanciona.

 
(Este es el Artículo Nº 1.673)

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