Los cambios de cualquier tipo, (climáticos, políticos,
económicos, tecnológicos), nos asustan por temor a no poder sobrevivir
adaptándonos.
Si llega a nuestros oídos la teoría de que los
dinosaurios desaparecieron porque no pudieron adaptarse a los cambios
climáticos, no podemos decir que sabemos qué ocurrió con esas especies, pero si
podemos opinar que actualmente creemos que la inadaptabilidad al medio es una
causa de ineficiencia y, eventualmente, de muerte.
En otras palabras, no podemos considerar que
una teoría sea verdadera pero sí podemos suponer que las personas que la
trasmiten creen que esa hipótesis es lógica, creíble, confiable. No sabemos de
la teoría misma pero sí sabemos de quienes las aprueban.
Continuando con el razonamiento, es posible
suponer que muchos de nosotros pensamos que los animales más grandes, aunque se
los supone también más fuertes, tienen su punto de vulnerabilidad en su
capacidad de adaptación.
De la mano de esa teoría que refiere a los
dinosaurios va otra teoría según la cual las cucarachas tuvieron mejor
capacidad de adaptación y por eso sobrevivieron hasta nuestros días.
Si está en nuestra psiquis la tendencia a
suponer que los cambios, (climáticos, por ejemplo), son nefastos para los seres
vivos de mayor tamaño y, puesto que tendemos a suponer que los humanos somos
los seres vivos de mayor importancia, de mayor inteligencia y los predilectos
de Dios, es lógico que muchas personas se sientan especialmente amenazadas
cuando se habla de nuevos cambios planetarios y cuando son notorios los cambios
tecnológicos que modifican fuertemente el mercado laboral.
Por otro lado, llama la atención como muchos
niños se sienten fascinados por los dinosaurios, quizá por una suerte de
identificación con la grandiosidad que los caracterizaba.
En suma: Los cambios de cualquier tipo, (climáticos, políticos, económicos,
tecnológicos), nos asustan por temor a no poder sobrevivir adaptándonos.
(Este es el
Artículo Nº 1.684)
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