¿Alguna vez escuchó que alguien diga «Acá todos somos jefes» ó «Habemos más jefes que indios»?
Está en nuestra lógica pensar que los que mandan no trabajan y que el trabajo lo hacen solamente los que no dan órdenes.
La palabra «señor» corresponde a un título de nobleza y hasta hace unos pocos siglos era utilizada exclusivamente para designar a los propietarios de tierras y administradores del trabajo de siervos, vasallos o esclavos.
El título les llegaba en forma hereditaria así que sólo tenían que tener la suerte de ser hijos de otro señor. Si eran hijos de siervos, vasallos o esclavos, nunca podrían convertirse en «señor».
Si será importante este título que también se usa (aunque con mayúscula) para designar —en la cultura judeocristiana— a Dios (y más recientemente también a Jesús).
Como nuestra cultura democratizó el uso de este titulo nobiliario y hoy todos somos «señor» o «señora», es probable que también podamos tener la creencia íntimamente arraigada de que no nos corresponde trabajar y que también por eso tengamos veleidades de jefe aún cuando no sea ese nuestro rol actual.
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