Dar las «gracias» es un gesto social que está presente cuando hay buen trato (afabilidad) entre las personas.
¿Y por qué es tan usada esta fórmula? ¿Por qué aparece un vacío tan escandaloso cuando no se produce?
La palabra «gracia» tiene varios significados pero en general todos están en torno al concepto «regalo desinteresado», «favor sin merecimiento» o «concesión gratuita».
En esencia una «gracia» es una concesión, es algo que se da.
Entonces, en nuestros usos y costumbres existe una fórmula para que las deudas se paguen y queden canceladas.
Alguien le da al niño un caramelo y la madre le sugiere que agradezca. El niño, mecánicamente, mientras procede a quitar el papelito para llevárselo a la boca, musita algo parecido a «grssssh».
La vecina nos avisa que un neumático de nuestro coche está sin aire y rápidamente le decimos «¡Muchas gracias!»
El presidente de la república, luego de superada alguna situación preocupante, le agradece a Dios y a todo el mundo por el esfuerzo, la comprensión, la hidalguía, la conciencia ciudadana, etc., etc..
Como decía, la gracia es un «regalo desinteresado», un «favor sin merecimiento» o una «concesión gratuita», que se pronuncia con la intención de quitar de la mente de nuestro ocasional benefactor (quien nos regaló el caramelo, la vecina informativa, el pueblo colaborador) la pretensión de recibir de nosotros algo más que esas pocas palabras.
Dar las gracias equivale a decirle a nuestro benefactor: «Olvídese de que le debo algo por el favor que me hizo».
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