jueves, 14 de octubre de 2010

Que los diferentes sean iguales

«Nadie, mirado de cerca, es normal». Esta frase influye mucho en nuestras vidas.

Si observáramos un poro de Brad Pitt o de Angelina Jolie, seguramente no quedaríamos tan fascinados como cuando los vemos con mayor distancia.

La medicina ha ido mejorando sustancialmente la capacidad de ver más y mejor cualquier objeto que caiga bajo sus microscopios y consiguientemente ha ido demostrando que cada vez habemos más anormales, que existen patologías que antes no eran registrables, que la prevención es la conducta más efectiva aunque esto implique vivir en un tratamiento médico permanente.

La existencia fuera del ámbito médico parece una irresponsabilidad así como no creer en Dios hasta hace un par de siglos era un riesgo excesivo hasta para los más descreídos, valientes y escépticos.

Ya estamos recibiendo (este artículo fue escrito y publicado por primera vez el 20/6/2008) las filmaciones de los ensayos que se hacen en China para las próximas olimpíadas y el fuerte de estos espectáculos es la uniformidad, la disciplina extrema, la igualación robotizada de seres humanos.

El gran espectáculo consiste en agregarle color y una temática trivial a conductas que originalmente estaban reservadas para los militares. Lo maravilloso parece ser que somos todos iguales, que constituimos una masa uniforme, que estamos cortados según el mismo molde, las diferencias —si es que existen— conviene disimularlas o directamente destruirlas con interminables ejercicios y rígida disciplina.

Este es el modelo que estamos comprando con placer: todos iguales, observados microscópicamente para que en el fondo seamos todos anormales y debamos vivir en un régimen de tiranía médica.

En este terreno el psicoanálisis no crecerá jamás.

●●●

No hay comentarios: