martes, 16 de noviembre de 2010

La comida es amor

En el artículo titulado Alcancía ultra-light comento que la antigua tradición de inculcar el ahorro a los niños estimulándolos a guardar monedas en una alcancía con forma de chanchito, puede haber caido en desuso porque la moda indica que la obesidad (en este caso, del chanchito) es considerada antiestética y perjudicial para la salud.

Algunos autores piensan que aquella tradición tuvo un origen que también puede ser interesante recordar.

La creencia en dioses responsables de todo lo bueno y lo malo que nos sucede existió en todas las épocas y culturas.

En casi todos los pueblos se ha tratado de recibir su ayuda mediante el sacrificio. En principio ofrendándole la vida de alguien de la comunidad y más recientemente, el sacrificio de algún animal.

Esos autores opinan que la costumbre evoca la tradición de engordar un cerdo para sacrificarlo en honor a los dioses y luego comerlo para estrechar los vínculos entre los participantes del rito.

El estrechamiento de los vínculos mejoraba: a) el clima laboral; b) la productividad y c) la cantidad de recursos (aunque en realidad se consideraba la ayuda del dios).

Conclusión

Nuestra mente parece asociar las siguientes ideas:

1) Para satisfacer las necesidades hace falta un sacrificio. Esto nos permite explicar por qué muchas personas piensan que el trabajo debe ser un sacrificio y lo padezcan como tal.

2) Aún cuando nos ganemos el sustento mediante nuestro esfuerzo, es probable que le terminemos agradeciendo el salario a algún ente abstracto (Dios, suerte, destino). Si fuera así, nuestros ingresos no dependerían de nuestro esfuerzo sino de la simpatía que sienta ese dios por nosotros. Más aún: Es mejor ser simpático y no eficiente.

3) Pese al individualismo característico de sistema capitalista, seguimos disfrutando de compartir nuestro alimento. Entre quienes se practica esta costumbre social se perfeccionan los vínculos que las unen y si comparten alguna tarea es casi seguro que mejoren la productividad.

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