martes, 16 de noviembre de 2010

Las órdenes contradictorias

Cuenta alguna leyenda que Dios le dijo al ser humano: «cuídate que te cuidaré».

Si esta frase ha sobrevivido miles de años es porque muchas personas ratifican su validez. De lo contrario se habría olvidado y nadie la repetiría ya.

Las compañías de seguros, aunque parecen desvinculadas de la religiosidad, aplican el mismo criterio. Cada contrato de seguro está lleno de condiciones para que nadie se llame a engaño: ellos indemnizarán por un siniestro determinado con precisión, no por cualquier descuido, negligencia o dolo.

En esta asociación podríamos decir que Dios oficia como una compañía de seguros que sólo cuida a quienes se cuidan.

Ayer publiqué un artículo titulado Mi amigo el policía en el que les comentaba que para mantener el orden en las comunidades, se nos educa (adiestra, disciplina, condiciona) para ser más cuidadosos de los intereses ajenos que de los propios.

Como podrán observar es probable que muchas personas padezcan las consecuencias de estar recibiendo órdenes contradictorias: por un lado Dios nos dice que nos cuidemos y por el otro lado nuestros padres y maestros nos dicen que cuidemos a los demás.

La respuesta a esta confusión es clara: tenemos que cuidarnos a nosotros mismos sin perjudicar a los demás.

Ésta parece ser la solución más ponderada, justa, salomónica... aunque sería razonable que fundamente por qué. Espero hacerlo más adelante.

●●●

No hay comentarios: